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El Grau Vell i el barrio del Canyamelar, Cabanyal – Cap de França forman parte del distrito conocido como Poblats Marítims: 232 hectáreas en la zona este de la ciudad que componen su fachada marítima y que tiene una población que ronda los 39.000 habitantes.

Se trata de barrios con un pasado ligado al mar,  tanto a la actividad portuaria como pesquera. El origen de los poblados marítimos, como señala el historiador Josep V. Boira Maiques,  está documentado el 27 de mayo de 1249 cuando el Rey Jaime I funda Vila Nova Maris Valenciae.

 

 En 1250 la Ciudad de Valencia decide la construcción de un nuevo puente que una el naciente puerto con el resto del municipio:

Dándole trato de calle y otorgándole los mismos privilegios. Alrededor de este núcleo urbano se van ubicando,  hacia el norte, una serie de cabañas y chozas que no adquirirán entidad de barrio hasta bien entrado el siglo XVIII y  que son el origen del Cabanyal-Canyamelar.

En 1826 el Grau consigue su independencia de la ciudad de Valencia

Y en 1837 los barrios de Cabanyal-Canyamelar, cap de França y Malvarrosa se constituyen también en municipio independiente bajo el nombre de Poble Nou de la Mar. La aventura autonomista termina en 1897 integrándose ambos a la ciudad de Valencia. Estos municipios interesaban especialmente a la ciudad ya que contaban con una extensión de playa de 2500 metros y albergaban el Puerto de Valencia que a finales del siglo XIX comenzaba a desarrollarse.

 

En el marítim cuando el viento sopla de la mar el barrio entero huele a salitre

Por la mañana, muy temprano los graznidos de las gaviotas se mezclan con los gorjeos de tórtolas y palomas y es que en el marítimo existe, desde siempre,  una gran tradición a la  colombicultura. Si callejeamos, podemos comprobar la existencia de esta tradición, siguiendo  la ruta de los palomares o torres Miramar, construcciones en las casas a dónde llegaban las palomas mensajeras que se enviaban desde las barcas en alta mar  para informar a los que estaban en tierra  que iban con la pesca y que acudieran a esperarles para ser los primeros en venderla.

El marítim debe su existencia al mar

Esta dependencia se evidencia, como no, en su arquitectura: su peculiar trama en retícula  en la zona del cabanyal-canyamelar, derivada de las alineaciones de las antiguas barracas paralelas al mar, los edificios ligados a la actividad pesquera y portuaria como las reales atarazanas, muestra de gótico civil que se construyo en 1338 para guardar velas, y jarcias,  la casa dels Bous de 1895 donde se guardaban los bueyes utilizados para arrastrar las barcas de los pescadores hasta la orilla , o la casa del reloj un edificio de estilo plateresco que  se edifico en 1914 e hizo las veces de estación marítima.

Multitud de negocios y comercios que todavía existen tienen también su razón de ser en el mar

El edificio postmodernita dónde todavía esta la bodega de Querubino Valsangiacomo,  un comerciante Suizo que en el siglo XIX se traslada al Grau u otros que deben su construcción a la utilización de las playas como lugar de veraneo por  la burguesía valenciana; las termas Victoria, el chalet de Blasco Ibáñez o las villas de Eugenia Viñes son algunos ejemplos.